ORACIÓN POR EL SANTO PADRE

 

Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa. En él tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego.

Creo firmemente que por medio de él tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica.

Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas.

Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención. Así sea.
 

ENCUENTRO REGIONAL DE JÓVENES


COF Y CÁRITAS TOLEDO EMPRENDEN LA "CAMPAÑA BEBÉ"


La segunda semana de marzo el Centro de Orientación Familiar (COF) y Cáritas diocesana de Toledo emprenden una campaña de recogida de pañales, leche infantil y donativos, con objeto de dar respuesta a las urgentes necesidades de muchos niños que se ven gravemente afectados por la crisis económica. Se proporciona así una especial atención a los niños más vulnerables, menores de dos años y en situación de exclusión social.

Con el lema “Que no le falte la leche, que no le falte el pañal”, la acción se desarrollará en Toledo capital y Talavera de la Reina.

EJERCICIOS ESPIRITUALES.


En este tiempo de cuaresma como es costumbre desde hace algunos años ofrecemos la posibilidad de realizar un fin de semana de ejercicios espirituales promovidos por la Adoración Nocturna en la localidad de Madridejos (Toledo) serán del 8 al 10 de  marzo en el Convento de las M.M. Clarisas Franciscanas. 
El predicador sera el Rvdo. P. D. Mario Tarjuelo, sacerdote diocesano.
Para más información pueden contactar en el teléfono 678231267. 

PEREGRINACIÓN DIOCESANA DE LA ADORACION NOCTURNA CON MOTIVO DEL AÑO DE LA FE

 
PROGRAMA
Ocaña, Sábado 13 de Abril de 2013

18:00 h. Acogida, bendición y envío de peregrinos en la Iglesia de Santa Clara. (Convento de M. M. Clarisas - Plaza de Ercilla).
18:15 h. Procesión de banderas cantando el rosario hasta la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción.
19:00 h. I Vísperas y Celebración de la Eucaristía. Exposición del Santísimo Sacramento y tiempo para la adoración.
20:30 h. Procesión eucarística hasta el monumento al Sagrado Corazón de Jesús en la Plaza de Cristo Rey, profesión pública de fe y bendición.
21:00 h. Oración Jubilar, reserva del Santísimo Sacramento y besamanos de la imagen de Ntra. Sra. de los Remedios.

      --------------------------------------------------------------------------
Durante el Año de la fe entero, convocado desde el 11 de octubre de 2012 hasta todo el 24 de noviembre de 2013, podrán lucrar la Indulgencia plenaria de la pena temporal por los propios pecados impartida por la misericordia de Dios, aplicable en sufragio de las almas de los fieles difuntos, todos los fieles verdaderamente arrepentidos, que se hayan confesado debidamente, que hayan comulgado sacramentalmente y que oren según las intenciones del Sumo Pontífice:

Cada vez que visiten en peregrinación una Basílica Papal, una catacumba cristiana, una Iglesia Catedral, un lugar sagrado designado por el Ordinario del lugar para el Año de la fe (por ejemplo los Santuarios dedicados a las Santísima Virgen María) y allí participen en alguna celebración sagrada o, al menos, se detengan en un tiempo de recogimiento con piadosas meditaciones, concluyendo con el rezo del Padre Nuestro, la Profesión de Fe en cualquier forma legítima, las invocaciones a la Santísima Virgen María.

Del Decreto de la Penitenciaría Apostolica sobre la indulgencia para el año de la fe.


AULA DE TEOLOGIA DESDE EL CORAZÓN DE CRISTO

Queridas familias:
Hace ahora tres años comenzó la andadura del “Aula de Teología desde el Corazón de Cristo” en el Instituto Teológico “San Ildefonso” de nuestra archidiócesis. El fin de este Aula es ayudar a sacerdotes, religiosos/as y seglares a profundizar en la teología desde la perspectiva del Corazón de Jesús.
En este año en el que en el marco del plan pastoral diocesano se ha dado una especial importancia a la familia desde el Aula y en colaboración con la Delegación diocesana de la Familia hemos querido ofrecer un curso de formación dirigido a los matrimonios y a los agentes de la pastoral familiar de nuestra diócesis. Con el título: “La familia: manifestación del Amor del Corazón de Jesús” el profesor D. Antonio Amado, de la Universidad de los Andes de Santiago de Chile, abordará los aspectos más importantes de la vida familiar desde la perspectiva del Corazón de Cristo.

Ofrecemos a continuación todos los detalles del curso:

Calendario:
Sábado 2 Marzo:
1 sesión: “La familia comunidad de vida y amor” (Del Génesis a S. Pablo)
2 sesión: “Santidad y amor esponsal. El amor de Xto a la Iglesia modelo del amor esponsal”

Sábado 16 de Marzo:
1 sesión: “ La paternidad divina como fuente y origen de toda paternidad. La paternidad humana icono de la paternidad divina”
2 sesión: “La vida familiar educadora de los hijos” y 16 de Marzo (Sábado)

Horarios:
16.30h a 18.00h (Conferencia y diálogo)
18.30h a 20.00h (Conferencia y diálogo)

Inscripción y matrícula:
Habrá servicio de guardería durante las ponencias. Para organizarlo bien y para saber cuántos monitores vamos a necesitar, os pedimos que nos aviséis de cuántos niños vais a traer, sus nombres y sus edades, escribiendo a cuidademishijos@gmail.com. Os rogamos que los apuntéis en ese correo hasta el miércoles 27 de febrero para la sesiones del 2 de marzo y hasta el miércoles 13 de marzo para las sesiones del 16 de marzo.

INSTITUTO SUPERIOR
ESTUDIOS TEOLÓGICOS SAN ILDEFONSO
Plaza de San Andrés, nº 3 - 45002 Toledo - Teléfono / Fax: 925 226 029

La matrícula para el curso son 15 euros que se abonarán al llegar. Serán destinados a sufragar los gastos del mismo.

Con el deseo de que este curso pueda ayudar a muchas familias de nuestra diócesis a crecer en su vocación de Iglesia doméstica os saludan con afecto:

José María Alsina Casanova
Director del “Aula de Teología desde el Corazón de Cristo”

Miguel Garrigós Domínguez
Delegado de Familia y Vida

EL ICONO DE LA VIRGEN DE CZESTOKHOWA VISITA TOLEDO DEL 26 AL 27 DE FEBRERO



El Icono de la Virgen de Czestokhowa, que ya ha peregrinado por toda Europa, en defensa de la vida humana y su dignidad, llegará a Toledo los próximos días 26 y 27 de febrero.

Esta peregrinación es una respuesta a las palabras de Juan Pablo II que hablaba de la urgencia de una oración por la vida que abarque al mundo entero. Miles de personas, en pueblos y ciudades, se acercan a rezarle y a confiarle el cambio de los corazones y de la sociedad, para que la vida humana sea respetada, querida y acogida.

Esta iniciativa se llama “De océano a océano”, porque empezó en el este de Rusia, junto al Océano Pacífico, y después de recorrer más de una veintena de países terminará en el Océano Atlántico, en Fátima (Portugal), desde donde se llevará a Canadá para seguir la ruta por el continente americano.

En España la experiencia está siendo extraordinaria y está superando todas las expectativas. En cada población es recibida con cantos, con bailes típicos y sobre todo, con una profunda devoción. Los fieles que han acudido a los distintos actos no tienen palabras para expresar la emoción y la paz que experimentan al ofrecer a la Virgen la defensa de toda vida humana. (Más información en www.deoceanoaoceano.org).

El Icono de la Virgen llegará a Toledo el 26 de febrero. Tendremos una Vigilia de Oración por la Vida, presidida por nuestro Sr. Arzobispo, en la Capilla de la Adoración perpetua, que comenzará a las 23h y finalizará a las 24h. Pasará la noche en dicha Capilla. Al día siguiente, celebraremos una Misa por la defensa de la vida, en la Parroquia de San Julián a las 9 de la mañana, que presidirá por nuestro Sr. Arzobispo. Al término de la Misa, el Icono será llevado a Ávila.
Fuente: Architoledo.org

MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2013


Creer en la caridad suscita caridad
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16)
Queridos hermanos y hermanas:
La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás.

  1. La fe como respuesta al amor de Dios
En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva… Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1). La fe constituye la adhesión personal – que incluye todas nuestras facultades – a la revelación del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por “concluido” y completado» (ibídem, 17).

De aquí deriva para todos los cristianos y, en particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor -«caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14)-, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios.

«La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor… La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz -en el fondo la única- que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (ib., 39). Todo esto nos lleva a comprender que la principal actitud característica de los cristianos es precisamente «el amor fundado en la fe y plasmado por ella» (ib., 7).

  1. La caridad como vida en la fe
Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20).

Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12).

La fe es conocer la verdad y adherirse a ella (cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en la verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s). La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (cf. Jn 13,13-17). En la fe somos engendrados como hijos de Dios (cf. Jn 1,12s); la caridad nos hace perseverar concretamente en este vínculo divino y dar el fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22). La fe nos lleva a reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que fructifiquen (cf. Mt 25,14-30).

3. El lazo indisoluble entre fe y caridad
A la luz de cuanto hemos dicho, resulta claro que nunca podemos separar, o incluso oponer, fe y caridad. Estas dos virtudes teologales están íntimamente unidas por lo que es equivocado ver en ellas un contraste o una «dialéctica». Por un lado, en efecto, representa una limitación la actitud de quien hace fuerte hincapié en la prioridad y el carácter decisivo de la fe, subestimando y casi despreciando las obras concretas de caridad y reduciéndolas a un humanitarismo genérico. Por otro, sin embargo, también es limitado sostener una supremacía exagerada de la caridad y de su laboriosidad, pensando que las obras puedan sustituir a la fe. Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo moralista.

La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios. En la Sagrada Escritura vemos que el celo de los apóstoles en el anuncio del Evangelio que suscita la fe está estrechamente vinculado a la solicitud caritativa respecto al servicio de los pobres (cf. Hch 6,1-4). En la Iglesia, contemplación y acción, simbolizadas de alguna manera por las figuras evangélicas de las hermanas Marta y María, deben coexistir e integrarse (cf. Lc 10,38-42). La prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado en la fe (cf. Audiencia general 25 abril 2012). A veces, de hecho, se tiene la tendencia a reducir el término «caridad» a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria. En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas en veritate, 8).

En definitiva, todo parte del amor y tiende al amor. Conocemos el amor gratuito de Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo acogemos con fe, recibimos el primer contacto – indispensable – con lo divino, capaz de hacernos «enamorar del Amor», para después vivir y crecer en este Amor y comunicarlo con alegría a los demás.


A propósito de la relación entre fe y obras de caridad, unas palabras de la Carta de san Pablo a los Efesios resumen quizá muy bien su correlación: «Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (2,8-10). Aquí se percibe que toda la iniciativa salvífica viene de Dios, de su gracia, de su perdón acogido en la fe; pero esta iniciativa, lejos de limitar nuestra libertad y nuestra responsabilidad, más bien hace que sean auténticas y las orienta hacia las obras de la caridad. Éstas no son principalmente fruto del esfuerzo humano, del cual gloriarse, sino que nacen de la fe, brotan de la gracia que Dios concede abundantemente. Una fe sin obras es como un árbol sin frutos: estas dos virtudes se necesitan recíprocamente. La cuaresma, con las tradicionales indicaciones para la vida cristiana, nos invita precisamente a alimentar la fe a través de una escucha más atenta y prolongada de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos y, al mismo tiempo, a crecer en la caridad, en el amor a Dios y al prójimo, también a través de las indicaciones concretas del ayuno, de la penitencia y de la limosna.

4. Prioridad de la fe, primado de la caridad
Como todo don de Dios, fe y caridad se atribuyen a la acción del único Espíritu Santo (cf. 1 Co 13), ese Espíritu que grita en nosotros «¡Abbá, Padre!» (Ga 4,6), y que nos hace decir: «¡Jesús es el Señor!» (1 Co 12,3) y «¡Maranatha!» (1 Co 16,22; Ap 22,20).

La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte. La fe nos invita a mirar hacia el futuro con la virtud de la esperanza, esperando confiadamente que la victoria del amor de Cristo alcance su plenitud. Por su parte, la caridad nos hace entrar en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo, nos hace adherir de modo personal y existencial a la entrega total y sin reservas de Jesús al Padre y a sus hermanos. Infundiendo en nosotros la caridad, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y fraterna para con todo hombre (cf. Rm 5,5).

La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei) precede a la eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano. Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela genuina sólo si culmina en ella. Todo parte
de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13).

Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de cuaresma, durante el cual nos preparamos a celebrar el acontecimiento de la cruz y la resurrección, mediante el cual el amor de Dios redimió al mundo e iluminó la historia, os deseo a todos que viváis este tiempo precioso reavivando la fe en Jesucristo, para entrar en su mismo
torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana que encontramos en nuestra vida. Por esto, elevo mi oración a Dios, a la vez que invoco sobre cada uno y cada comunidad la Bendición del Señor.

ACTOS ANIVERSARIO ADORACIÓN PERPETUA DE TOLEDO



 
 
Con gran gozo y alegría, todos los integrantes de la Adoración Eucarística Perpetua de Toledo, anunciamos e invitamos a todos los toledanos a que nos acompañen en la celebración del VIII aniversario de la instauración en nuestra ciudad de e...sta capilla de adoración eucarística perpetua.
El evento se realizará a las 19,30 horas con la celebración de la Santa Misa, en el Santuario de los Sagrados Corazones de Jesús y María (Jesuitas). Posteriormente iremos en procesión con el Santísimo Sacramento por las siguientes calles: Alfonso XII, Rojas, Trinidad, finalizando la procesión en la capilla Arzobispal de la Inmaculada, para entronizar de nuevo a Jesús Sacramentado, donde permanecerá expuesto día y noche todos los días del año.
La Adoración Eucarística Perpetua, es una realidad en España. Nuestra capilla se inauguró en el año 2005, siendo la tercera en abrirse, y en la actualidad somos ya más de una treintena en todo el territorio nacional.
Una capilla de adoración perpetua es un faro de luz, punto y centro de la piedad eucarística. Allá donde se establecen, son punto de referencia abierto las 24 horas del día todos los días del año, con un solo fin: Adorar a Jesús Sacramentado, día y noche, sin interrupción hasta el final de los tiempos, con la ayuda del Señor y la protección de María.
Cuando se inicia una capilla de adoración no sólo se abre un Santuario Eucarístico, desde donde se irradia y promueve el especial amor de la Iglesia por la Santa Eucaristía, dignamente celebrada y continuamente adorada, sino que hace surgir una familia, una fraternidad eucarística entre todos los adoradores.
A participar en la adoración perpetua están invitados TODOS quienes quieran hacerlo, sean creyentes o no, es un lugar que irradia paz, serenidad y nos ayuda a encontrar a Dios y a nosotros mismos, en estos tiempos en que tanto necesitamos de ese remanso de paz y sobre todo del encuentro personal e íntimo con quien nos amó sin límites: 

Jesucristo.